ALIMENTACIÓN EN EL EMBARAZO
El estado nutricional de las madres durante el embarazo está directamente relacionado con la aparición de posibles enfermedades cardiovasculares, neurológicas y metabólicas de sus hijos. Por ello es necesaria una adecuada nutrición antes y durante la gestación.
Es común escuchar que “durante el embarazo se debe comer por dos”, pero esto no es cierto, lo realmente cierto es que “durante el embarazo la alimentación es el doble de importante” puesto que la dieta debe adaptarse a las nuevas necesidades aportando los nutrientes necesarios tanto para la madre como para el feto.
Los objetivos de la dieta durante el embarazo son los siguientes:
1. Cubrir las necesidades nutricionales de la madre y del feto.
2. Preparar al organismo para el parto.
3. Asegurar la reserva energética en forma de grasa para la lactancia.
Siguiendo unas pautas alimentarias saludables y unos correctos hábitos alimentarios no deberían presentarse problemas durante el embarazo. Durante el embarazo no solo se ven aumentadas las necesidades calóricas sino la demanda de ciertos minerales y nutrientes.
En el primer trimestre no se precisa consumir calorías adicionales, pero si seguir unos hábitos alimentarios correctos, vigilando tanto los nutrientes de cada toma como los horarios.
En el segundo trimestre se aconseja un incremento de entre 300 – 500 kcal diarias, que deben proceder fundamentalmente de hidratos de carbono complejos (absorción lenta: legumbres, arroz, pasta, patata, quinoa….).
En el tercer trimestre se mantiene este incremento de calorías teniendo en cuenta el adecuado aporte de proteínas, sobre todo de alto valor biológico,
puestos que son necesarias para el desarrollo estructural del feto.
Además se debe prestar especial atención a los niveles de los siguientes nutrientes:
Ácido fólico, alrededor de los meses previos a la concepción (si es posible) y en el primer trimestre juega un papel imprescindible en la división celular. Existen
evidencias concluyentes que relacionan el déficit de folatos con la ausencia de cierre de la placa neuronal del embrión en el tubo neural (espina bífida y anencefalia) a los días 25 – 27 tras la concepción. Puede deberse directamente a una ingesta insuficiente de folatos, o bien indirectamente a un menor aporte de vitaminas B6 y/o B12, mutaciones en algunas enzimas implicadas en su metabolismo. Al ser una vitamina hidrosoluble se pierde durante el procesado de los alimentos, por
lo cual la mayoría de mujeres necesitan suplementación. Puede encontrarse en verduras y hortalizas de hoja verde (espinacas, acelgas, espárragos trigueros, brócoli) siempre mejor en ensaladas. Legumbres, frutas, frutos secos y cereales integrales.
Hierro, teóricamente el metabolismo del Fe podría compensar el aumento de necesidades, siempre que los depósitos estén en óptimas condiciones al iniciar la
gestación. Es aconsejable mantener a las mujeres en edad fértil en situación de reservas óptimas, no únicamente durante la gestación, puesto que es muy difícil cubrir las demandas aumentadas y rellenar adecuadamente los depósitos. El aporte de hierro es fundamental debido a que el volumen sanguíneo de la madre aumenta, además de la pérdida de sangre durante el parto. Asegurar consumo en carnes (hígado, conejo, ternera, buey) y mariscos (almejas, berberechos, mejillones).
Calcio, su absorción se duplica durante el embarazo. A pesar del aumento de requerimientos de Ca (200mg más que en mujer adulta sana) durante la gestación, no resulta difícil cubrirlos con una dieta adecuada. Su déficit disminuye la densidad ósea materna y fetal, pudiendo producir hipertensión y bajo peso fetal. Las necesidades se elevan especialmente para la producción de secreción láctea. La suplementación con calcio durante la gestación puede interferir en la absorción intestinal de hierro. Además se ve interferida por los oxalatos y fitatos presentes en la fibra (tanto la fibra como el calcio son muy importantes durante el embarazo pero su administración debe ser separada). Tres cuartas partes del calcio de la dieta se obtiene a través de los lácteos, aunque también de verduras, hortalizas y legumbres y en menor medida de cereales integrales y frutos secos.
Desde Ámaco Salud os dejamos unas pautas nutricionales para la correcta alimentación durante embarazo.
Controlar las calorías de la dieta, no ganar más de 400 gramos a la semana.
Hacer 5-6 comidas al día para facilitar la digestión.
Beber 2 L/día de agua.
No abusar de la sal: no tomar más de 2 g/día.
Reducir el consumo de cafeína: máximo 2 cafés/día.
No tomar alcohol, tabaco u otras drogas.
No picar entre horas para evitar un aumento de peso excesivo.
Se aconseja cocinar siempre con aceite de oliva y utilizar técnicas culinarias poco grasas (al vapor, plancha, horno, microondas, brasa y papillote) y evitar fritos,
estofados y empanados.
Utilizar condimentos suaves y aromáticos, evitar los fuertes y picantes.
Moderar el consumo de azúcar, miel, caramelos y productos que contengan edulcorantes (sacarina, aspartamo, etc.).
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Sheila Martín Arroyo
Graduada en NUTRICIÓN Y DIETÉTICA HUMANA