ENTIENDE TU DOLOR

El dolor es una experiencia realmente compleja, altamente influenciada por factores no solo biológicos, sino también psicosociales. Sería imposible en un solo post explicar la totalidad de la fisiología del dolor, pero vamos a intentar aclarar conceptos importantes. Por otro lado, decirte, paciente, que entender el funcionamiento del dolor te ayudará a afrontarlo mejor, ya que, aunque el dolor sea necesario para la supervivencia, a nadie le gusta vivir con dolor eternamente, pero de esto hablaremos más tarde.

El dolor es una experiencia que todo el mundo, de una forma u otra, ha experimentado varias veces a lo largo de su vida. Puede parecer extraño, pero el dolor es de gran utilidad, pues tiene la función de protegernos, es decir, el dolor es necesario para nuestra supervivencia. Para ponernos contexto; si una persona nota que se está pinchando el pie con un clavo, al sentir el dolor rápidamente levantará el pie. Ese dolor será desagradable, pero será necesario para que el clavo no llegue al final de su incursión y dañe lo menos posible el pie de esta persona.

 

 Fotografía del libro “Explain the pain”. Página 49.

Una de las cosas que tienes que entender es que dolor no es igual a daño. Cuando un tejido se daña, envía una información que pasa primero por la médula espinal y después por el cerebro. El cerebro es el encargado de decidir si esa señal es suficiente para producir dolor (para protegernos) o no es suficiente. De esta forma, cuando un tejido (músculo, hueso, tendón, articulación, etc.) es dañado, puede desencadenar dolor o no. Esto, entre otras cosas, explicaría que existe gente con un dolor intenso en la zona lumbar y sin ninguna lesión relevante, y gente con una hernia discal que jamás sabrá que la tiene, ya que no le provoca dolor.

Por otro lado, si nuestro paciente, con cierto dolor lumbar, acude al médico, se le realiza una prueba de imagen y se le encuentra una hernia, esta puede estar provocando o no el dolor, pero casi seguro que el diagnóstico será “lumbalgia cuya fuente de dolor es una protrusión de disco”. Nuestro paciente recibe una información “esto debería dolerte mucho”, y recuerda que su primo, que tuvo una hernia discal lumbar, no se podía ni mover de la cama. Estos factores son contribuyentes a la aparición y a la intensidad con la que se manifiesta el dolor. Serían los factores psicosociales, y pueden generar una conducta de miedo-evitación.

 

 Fotografía 2. Círculo de miedo-evitación

El cerebro y el sistema están en continuo cambio de información, y ante un dolor adaptarán todo nuestro organismo para “sobrevivir” de la manera más eficiente posible. Es cierto, el dolor aparece en un momento determinado para protegernos de algo que considera peligroso para la integridad de nuestro sistema, y por supuesto, puede complicar nuestra existencia. ¿Tu tejido dañado ya ha cicatrizado y aún duele? ¿Ningún profesional sanitario logra encontrar la fuente de tu dolor? ¿Un movimiento que hace unos meses realizabas sin molestias o con un dolor muy leve, ahora te produce un dolor intenso? Aunque estas preguntas tienen varias respuestas posibles, es probable que te encuentres ante un dolor maladaptativo. En este caso, tu cerebro sobreinterpreta las señales que recibe, y da una respuesta de dolor desproporcionada. No es que tu cerebro quiera amargarte la existencia, sino que reuniendo toda la información que dispone (experiencias previas, expectativas) interpreta que ese tejido está en peligro, y genera dolor para protegerlo. Un dolor que no es necesario ni proporcionado.

¿Cómo abordarlo? Lo primero que te recomendaría es que te pusieras en manos de un profesional de la salud competente que determine si ese dolor es realmente un dolor maladaptativo. Él debería acompañarte en el proceso de recuperación. Lo segundo, ahora que sabes que el dolor no va a dañar tus tejidos, es que empieces a generar una exposición gradual al movimiento, y recuperar la función normal de tu organismo. Pese a que el siguiente ejemplo es muy reducido, nos sirve para explicar lo que es la exposición gradual: Si andar 10 minutos al día te genera dolor en la espalda, probablemente lo mejor no sea no andar, sino andar 8 minutos. Si coges la rutina de andar 8 minutos es probable que en dos semanas puedas andar 9 minutos, y en un mes 10 minutos, sin dolor. Esto sería la exposición gradual al movimiento.

 


 Fotografía 3. Milón de Crotona y la progresión de la carga

Pese a que el dolor en muchas ocasiones puede ser muy limitante, es necesario, y sin él no habríamos llegado hasta aquí. No obstante, como decíamos al principio, nadie quiere vivir con dolor eternamente, ya que es desagradable. Los fisioterapeutas, que deben seguir creciendo y demostrando con actos, que son y deben ser los recuperadores de la función, son quienes deberían guiar este proceso de recuperar la función normal del organismo.

Esperamos que este post te haya ayudado a entender algunos aspectos importantes del dolor y cerramos animándote si estás viviendo actualmente una experiencia de dolor, pues tiene solución.

 

Javier Mediavilla Sánchez

Alumno del Grado de Fisioterapia de UEMC