La sexualidad es definida como la vía por la que las personas experimentan entre ellas y consigo mismas como seres sexuales, incluyendo la actividad sexual, la orientación sexual, la identidad de género, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Las fases de la función sexual masculina incluyen el deseo, mediado por andrógenos testiculares, la erección, la eyaculación, el orgasmo y la detumescencia.
La erección es un fenómeno neuromuscular, el cual depende de la interacción del sistema nervioso autónomo y somático del pene, la musculatura lisa y estriada de los cuerpos cavernosos y musculatura pélvica, y el flujo sanguíneo aportado por las arterias pudendas. La erección ocurre debido a una serie de procesos vasculares integrados que resultan en la acumulación de sangre bajo presión y dando como resultado un órgano rígido.
La eyaculación precoz (EP) es la disfunción sexual masculina más común, siendo caracterizada por una eyaculación que siempre, o casi siempre, ocurre antes o en menos de 1 minuto de la penetración vaginal; y la incapacidad de retrasar esta eyaculación en la mayoría de las penetraciones, provocando consecuencias personales negativas. Por otro lado, la disfunción eréctil es la persistente incapacidad de conseguir y mantener una erección el tiempo suficiente para conseguir un acto sexual satisfactorio; y es por esto, que afecta en la calidad de vida de igual manera que la EP. Existen, otras disfunciones como el dolor pélvico crónico en hombres que se pueden padecer como disfunción concomitante a la disfunción eréctil, siendo la asociación con la EP la más común, y es por ello, que la mejora en una de ellas producirá una mejoría en la otra.
La musculatura del suelo pélvico (SP) es un factor de gran influencia; estando formada en un 80% por fibras tipo I o lentas, y un 20% por fibras tipo II o rápidas. Las primeras mantienen a largo plazo la continencia y el soporte de estructuras, mientras que las segundas mantienen la continencia durante esfuerzos cortos en los que aumenta la presión intraabdominal y participan en el orgasmo. Mientras que los músculos isquiocavernosos facilitan la erección, los músculos bulbocavernosos están implicados en mantener esta erección; evitando la pérdida de sangre por la rama profunda dorsal del pene.
Desde la fisioterapia se puede llegar a abordar de una manera relevante estas disfunciones a través de muchas herramientas como pueden ser la terapia manual, el biofeedback, ejercicio terapéutico, electroestimulación, ondas de choque a baja intensidad (LIESWT) y cambios en el estilo de vida.
Los ejercicios de suelo pélvico, más conocidos como Kegel, es una de las terapias más utilizadas en el tratamiento de disfunciones de suelo pélvico, con el objetivo de de aumentar la
fuerza de contracción y la coordinación. Sin embargo, son muchos los fallos a la hora de realizar este entrenamiento del SP, debido a la contracción errónea de otra musculatura, y es por ello, que es común y beneficioso la utilización de electroestimulación o biofeedback en el aprendizaje o mejora de la contracción voluntaria del SP. Estas terapias junto con cambios en el estilo de vida, el ejercicio físico y medidas terapéuticas conductuales, son de gran utilidad para el tratamiento de la eyaculación precoz, pero sobretodo de la disfunción eréctil.
Otra posible intervención son las LIESWT, son un tipo de onda acústica que llevan energía propagándose por un medio que pueda llegar a afectar a regiones anatómicas distales. Cuando las LIESWT son aplicadas en un órgano, interactúan con los tejidos diana e inician una cascada de reacciones biológicas. Esto da como resultado la liberación de factores de crecimiento, los cuales desencadenan una neovascularización del tejido con su mejora en el aporte sanguíneo, siendo este efecto muy beneficioso para la disfunción eréctil.
ELENA DIEZ DE LA FUENTE
Alumna de 4º del grado de Fisioterapia de la Universidad Europea Miguel de Cervantes