Fatiga pandémica. ¿Existe en los niños?

 

Según los expertos la fatiga pandémica es una reacción natural y esperada ante una crisis sanitaria que se prolonga en el tiempo, que ha obligado a incorporar en nuestra vida unas medidas restrictivas que tienen un fuerte impacto en todas las personas, en las que las ha afectado directamente la enfermedad, y en las       que no. Porque todos, de una forma u otra, hemos sido, como si de una guerra se tratase, atacados.  Nos sentimos en “situación de guerra”, indefensos, desprotegidos.  Preocupados, constantemente, por los que más queremos, por los abuelos, los padres. Por “nuestras personas”.

 

Se han aumentado de manera considerable, síntomas leves, graves o moderados de ansiedad o depresión y la sensación de falta de control, se apodera de nosotros, volviendo a aparecer, el peor de los enemigos: la incertidumbre.

 

Son muchos los estudios, los datos que tenemos de cómo nos afecta a los adultos la situación que estamos viviendo. Pero… ¿qué sucede con los niños?  ¿Cómo les afecta? Y lo más importante, ¿qué podemos hacer nosotros, como profesionales y como adultos, para darles las herramientas para gestionar todo este caos de forma eficaz?

 

Oído en consulta: “parece que Alicia está triste, no sabemos que la pasa, pero no es ella”.

 

¿Están dejando de ser los niños, un poco menos niños? Notamos que los mismos síntomas que podemos padecer los adultos, pueden ser experimentados por los niños, aunque también, sabemos, que dándoles las explicaciones adecuadas, y ofreciéndoles información (que no sobreinformación ) en su idioma, esos síntomas mejoraran o incluso desaparecerán, porque si algo nos han demostrado los niños en esta pandemia, es que además de ser resilientes, son VALIENTES.

 

Es importante poder ofrecer a los niños caminos, por los que puedan andar de una forma segura, y enseñarles estrategias para poner en marcha, cuando lo necesiten.

 

En primer lugar, poner el foco en identificar que es todo aquello que se les pasa por la cabeza; todo aquello que pensamos, va a influir de manera directa en como nos sentimos, y en cómo nos comportamos.

 

Otro objetivo será, enseñar a los niños a que pongan en duda aquello que piensan, enseñarles que a veces, pueden equivocarse en cosas que piensan y anticipar muchas otras que igual, nunca llegan a suceder.

 

Jugar a ser optimistas, desde por la mañana, a por la noche. Transmitirles mensajes de esperanza, o buscar frases para decirnos que nos hagan poner el foco en todas las cosas que, si tenemos, y que la pandemia no nos ha arrebatado.

 

Enseñar a los niños a no pensar en el futuro, vivir el aquí y el ahora, y enseñarles a disfrutar del futuro más inmediato. Lidiar con la incertidumbre.

 

Les hemos enseñado lo más difícil, a ser responsables, a cuidarse, y cuidar a los que más quieren. Dia a día me quedo fascinada cuando los niños entran en mi centro con un protocolo de desinfección definido y organizado, ante el cual jamás, se saltan ningún paso.  Dia a día me enseñan, me hacen estar orgullosa de que, en medio de tanto desastre, estamos otorgando a los niños aprendizajes que permanecerán en sus vidas para siempre.

 

Debemos mantener la calma, y pensar que esto, como otras tantas cosas pasará.

 

Debemos estar orgullosas de todos los niños que han aprendido a ser valientes. Que se dejan la piel en esforzarse por cumplir protocolos que nosotros a veces, ni siquiera entendemos.

 

Y cuando todo pase, recordaremos sin duda cuales son los valores y aprendizajes que hemos aprendido, que son los que nos han hecho mantenernos firmes.  Y mantener la esperanza.

 

Demos a los niños herramientas que les hagan hacer fácil lo difícil. Que les hagan sentir, que están en un entorno seguro. (aunque a nosotros no nos lo parezca).  Trabajar las emociones es fundamental en cualquier ámbito, pero lo es más cuando estamos ante una situación adversa. Mantener los vínculos, adaptarnos a la situación, digitalizarnos. Quizás no podamos ir a ver a los abuelos, pero si podemos cambiar nuestra manera de comunicación. Centrarse en lo esencial. Y lo más importante, recordemos que cada niño, dependiendo de su momento evolutivo y su circunstancia personal, tendrá unas necesidades.

 

Recordémosles cada día, que estamos orgullosos/as de su valentía, porque se han sabido adaptar a la situación, y sin duda, saldrán reforzados de ella.

 

“A mis valientes favoritos, Fran y Julieta, que cada día me enseñan el valor de lo que realmente importa.”

 

Virginia Vicente- psicóloga Infantil