Las enfermedades cerebrovasculares son todas aquellas alteraciones
encefálicas secundarias a un trastorno vascular. Su manifestación
aguda se conoce con el término accidente cerebrovascular o ictus.
Se define accidente cerebrovascular a los signos de desarrollo rápido
de alteración focal o global de la función cerebral que duran más de 24
horas (excepto si son interrumpidos por una cirugía o la muerte). Las
células del cerebro del área que está siendo afectada dejan de recibir
oxígeno y nutrientes, por lo que no pueden funcionar y mueren
después de unos minutos, ocasionando alteraciones de la función
dependiendo del área dañada.

Según la OMS, el ACV, es la segunda causa de muerte por enfermedad
cardiovascular en la mayoría de los países.

Los ACV son también la segunda causa más frecuente de demencia, y
la principal causa de discapacidad prolongada en el tiempo y adquirida
en personas mayores. Provocan limitaciones a cualquier nivel.
En relación con los cambios demográficos, a nivel mundial, se espera
un incremento en las tasas de los accidentes cerebrovasculares debido
al aumento de la esperanza de vida, y la creciente incidencia de
diabetes, obesidad y tabaquismo, factores que influyen en su aparición.

Tipos de ACV

Existen dos grandes grupos en función de su naturaleza. El ACV
hemorrágico, que se caracteriza por la rotura de un vaso y como
consecuencia provoca una hemorragia; supone el 20% de los ACV. Por
otro lado, el ACV isquémico, donde una zona del cerebro se queda sin
irrigación de forma total o parcial. Este último es más frecuente y
representa el 80% de todos los ACV.

Factores de riesgo

Un punto clave para disminuir la incidencia y la mortalidad de las
personas que sufren un ACV es identificar los factores de riesgo. Es
evidente que el riesgo se eleva si se presenta alguna otra condición
médica como podría ser, hipertensión arterial (HTA), daño en las
arterias coronarias o dislipidemia.

Los principales factores de riesgo de los que habla la literatura científica
son los siguientes:

• Hipertensión arterial.
• Tabaquismo.
• Diabetes mellitus.
• Dislipemias.
• Obesidad.
• Falta de actividad física.

Estos factores de riesgo se pueden modificar llevando una vida más
saludable, comiendo más sano y llevando a cabo una dieta, realizado
ejercicio y dejando de lado las drogas.

Manifestaciones clínicas

Las manifestaciones clínicas dependen de la zona del cerebro que ha
sido afectada, que, a su vez, depende de la arteria comprometida.
Normalmente, los síntomas se instauran en minutos o en horas, siendo
raro que tarden más de un día en aparecer, pues lo hacen de forma
brusca.

Síntomas de alarma:

• Pérdida de visión.
• Debilidad de un hemicuerpo.
• Trastorno de la marcha.
• Alteración en la emisión o compresión del lenguaje.
• Mareos.
• Dolores de cabeza.

Secuelas

Se cree que 2/3 de las personas que han padecido un ictus y que
sobreviven a este presentarán secuelas posteriores que condicionan su
calidad de vida y pueden llegar a ser invalidantes de por vida.
Secuelas más comunes:
• Déficits motores totales o parciales.
• Alteraciones sensitivas.
• Alteraciones del lenguaje.
• Espasticidad.
• Fatiga
• Incontinencia urinaria.
• Disfunción sexual.
Rehabilitación

La rehabilitación es un proceso complejo, fundamental e imprescindible
en el progreso de recuperación del paciente, mejorando la autonomía,
reduciendo la estancia en el hospital y aumentando la rapidez con la
que los pacientes regresan a sus casas.

Es imprescindible comenzar lo antes posible, de manera coordinada y
perdurando en el tiempo durante las diferentes fases. El tratamiento
rehabilitador depende de la clínica que presente el paciente y de la fase
en la que se encuentre.

Resulta imprescindible que en el proceso de rehabilitación intervenga
un equipo multidisciplinar.

El principal objetivo que tiene la fisioterapia en este campo es
conseguir una recuperación lo antes posible del paciente. Se pretenden
recuperar todas las habilidades que se han perdido tras sufrir el ictus
o en los casos más complejos conservar las capacidades que todavía
mantiene el paciente. De esta manera, conseguimos mejorar la calidad
de vida de las personas afectadas por un ictus.

Técnicas:

• Realidad virtual.
• Neuroprótesis.
• Videojuegos.
• Tecnologías robóticas.
• Aplicaciones para teléfonos móviles.
• Facilitación neuromuscular propioceptiva.
• Bobath.
• Rehabilitación neurocognitiva.
• Fármacos.
• Terapia espejo.